A finales del siglo XVIII, Mungo Park, un explorador escocés, se aventura en el interior de África para descubrir la ruta del río Níger, un gran misterio que la comunidad científica británica quiere desvelar. Allí, junto a un guía africano supersticioso, vive muchas extrañas, peligrosas y descabelladas situaciones que casi acaban con su vida mientras su prometida le espera en Escocia.
Al mismo tiempo, en Londres, Ned Rise, un listo estafador, intenta sobrevivir a las desafortunadas circunstancias que se encuentra en su camino hasta acabar junto al explorador y a su loca búsqueda del río africano. Los dos se enfrentan a todo tipo de calamidades para poder alcanzar la deseada meta que convertiría a Mungo Park en un héroe y a Ned Rise en un hombre libre…
Nunca había leído una novela de aventuras tan disparatada. Al principio era un poco escéptica, sobre todo por los anacronismos que a veces descolocan, pero luego, poco a poco me enganchó su extravagante forma de contar la historia, tanto que terminé el libro de setecientas páginas casi sin darme cuenta. Una de las razones por las que aconsejaría leerlo es por el final… pero aquí no puedo contarlo, así que… ¡a leer!
El escritor ha utilizado un narrador que accede a los pensamientos de todos los personajes principales de la novela. Se mueve muy bien entre las necesidades y los deseos de cada uno de ellos y hace que el lector los entienda y llegue a preocuparse por ellos.
Las descripciones de todos los lugares, personajes y situaciones, son sin duda el punto fuerte de la historia. El escritor escoge cada palabra sin miedo a excederse, combinando muchos adjetivos que aportan el surrealismo deseado a la narración. Además, los diálogos aparecen en los momentos adecuados para decir algo que, en pocas palabras, asegura el efecto descabellado que se ha propuesto desde el principio el autor. Finalmente, el tema se desarrolla bien alrededor de una idea de doble sentido que refleja quizás el verdadero objetivo del escritor.