En el pueblo minero colombiano de Coguaya, la vida de la poderosa familia española Almeida, encabezada por una matriarca que tiene sus locuras, un hijo mayor que no consigue darle un nieto, un hijo menor con problemas mentales y otro desheredado, discurre entre los recuerdos del pasado y los conflictos con las guerrillas, el representante del gobierno y la gente pobre y supersticiosa del pueblo. El enfrentamiento final acabará sacando a la luz los demonios que se esconden detrás de quién se siente poderoso y de quien actúa de manera impulsiva e irracional.
La historia tiene potencial pero, a mi parecer, no tiene una trama definida que consiga atrapar al lector de principio a final. Si bien pasa algo que despierta curiosidad hacia al final del libro, durante toda la narración, el autor cuenta tantos hechos aislados que necesitarían un mayor desarrollo para que tengan sentido.
El escritor ha focalizado mucho sus esfuerzos en el tema que se deduce hacia la mitad del libro, en el estilo narrativo, las descripciones de los escenarios y los personajes y sobre todo en los diálogos, en los que reproduce el habla popular colombiana del lugar donde se desarrollan los hechos. En cuanto a la trama, no sigue la pauta de introducción, nudo y desenlace, y los episodios narrados no están todos conectados entre ellos, más bien son como paréntesis largos que no aportan mucho a la narración.
Además no hay un protagonista, un héroe o un villano que intenta conseguir algo. Hay muchos personajes que actúan como el principal cuando el narrador le da su espacio. Sobre el tiempo de la narración está definido aunque parece extenderse a un período más largo y no del todo claro.