En un encuentro entre exalumnos de la escuela, Nathan Zuckerman vuelve a ver a Jerry Levov, quien le cuenta los problemas de su hermano mayor Seymour, conocido como el “sueco”, quien por aquel entonces era un chico muy popular en el instituto y en la ciudad por sus dotes deportivas y por su belleza que no pasaba desapercibida.
Profundamente afectado por los trágicos acontecimientos de la vida del brillante Seymour, Nathan decide reconstruir su biografía, basándose en sus recuerdos de dos breves encuentros con el sueco, en lo que le cuenta Jerry y en los recortes de periódicos. Entonces la narración se desarrolla en torno a la época del primer matrimonio y de la hija Merry, que causará gran revuelo en la tranquila y ordenada vida de Seymour Levov.
La trama es un laberinto de largos pensamientos y saltos temporales que hacen que la historia pierda fluidez, provocando además distracción en determinados momentos y pocas ganas de seguir leyendo. El comienzo promete pero luego las constantes digresiones y obsesión del padre por intentar ayudar a su hija conducen a un camino más tortuoso que pone a prueba la paciencia del lector.
A lo largo de la historia, y de una manera un tanto confusa, el narrador asume la voz de algunos personajes, incluso en el mismo capítulo, y eso a veces hace más difícil seguir la narración. La abundante presencia de pensamientos caóticos del protagonista ralentiza la lectura y muchas veces, cuando pasa del pensamiento a la acción, uno ni se da cuenta de cómo ha llegado hasta allí. Un punto a favor del autor son sin duda los diálogos fluidos que dan sentido a todo lo que está pasando.